Antes de comenzar tu actividad empresarial, tienes que investigar si el proyecto te aportará los beneficios económicos que esperas de él. Para ello, debes realizar una serie de pasos muy sencillos con los que estudiar la viabilidad de tu negocio. Saber de antemano si este va a ser un éxito o un fracaso es imprescindible para no fracasar y tener herramientas por si ocurriera algún imprevisto.
Existe una serie de datos base de naturaleza empírica, como el medio ambiente del proyecto, la rentabilidad, las necesidades de mercado, la factibilidad política, la aceptación cultural, la legislación aplicable, el medio físico, el flujo de caja de la operación, traducido, todo ello en el estudio del producto o servicio, la oferta, la demanda, la competencia, los costos y beneficios, las necesidades financieras y el target o público objetivo al que te vayas a dirigir.
El primer paso fundamental es tener clara la idea de tu empresa y la situación del mercado de la actividad que quieras comenzar. ¿Cómo analizar esto? Pues definiendo el alcance el proyecto, es decir, marcar los límites y tener claro hasta dónde puedes llegar. Tiene que ser un proyecto realista y, por tanto, esperar resultados a tu alcance.
Una vez superado este escalón, debes conocer el mercado, es decir, analizar la situación del mismo, identificando las fortalezas y las debilidades del estado actual del entorno, es decir, de la competencia.
El siguiente paso es definir los requisitos que debe cumplir tu empresa, evaluar el estado de salud del mercado y su evolución durante un determinado tiempo.
Después tienes que determinar el enfoque que darás para satisfacer las necesidades de los clientes, no sin haber hecho un estudio previo de su comportamiento en el mercado en el que vayas a operar. Debes poner todas las piezas que componen tu empresa sobre la mesa, visualizar cómo encajarían de la mejor forma posible y, finalmente, decidirte por el modelo de negocio más adecuado. Tienes que definir el producto que vas a vender, cómo lo vas a hacer, cuánto dinero necesitarás para producirlo y venderlo, a quién va dirigido… Es decir, hacer una estrategia de mercado.
Una vez acotado el target y su comportamiento, ya puedes analizar la viabilidad del proyecto, es decir, examinar la rentabilidad del enfoque que has elegido dar a tu proyecto. Con este estudio lo que vas a conseguir es planificar posibles gastos, minimizar el riesgo y estar preparado para cualquier imprevisto que suceda, que no te de miedo hacer un presupuesto y que salgan cuentas un tanto extrañas, ten en cuenta que es un primer plan en el que tienes que poner todos los supuestos gastos e ingresos que vas a tener. Esto no marcará si será un éxito o un fracaso, lo más importante es que analices si tu negocio es diferente a la competencia y si lo vas a hacer a un precio competitivo y asequible, que consiga hacerte destacar entre el resto.
El análisis financiero es el más importante de todo el proceso. En él debes calcular los fondos que necesitarás para comenzar tu negocio, así como tener en cuenta qué capital vas a aportar, y si recibirás de terceros. Es fundamental que tengas en cuenta la tesorería de la que dispondrás.
Mediante la cuenta de resultados puedes hacer una previsión de los beneficios, siempre teniendo en cuenta que lo más probable es que haya imprevistos, algunos meses tengas más que en otros… es decir, es muy recomendable prever gastos para no llevarse sorpresas.
Por último, no se te puede olvidar calcular el punto de equilibrio, en el que se igualan los ingresos totales y los costes totales, es decir, no hay ni beneficios ni pérdidas, pero a partir de ese punto es cuando se determina el beneficio (si aumentan las ventas/ingresos) o las pérdidas (cuando las ventas están por debajo del punto).
Entonces, ¿cómo saber si tu negocio va a ser viable? Deberás fijarte en tres puntos clave: que el presupuesto de inversiones esté cubierto por el presupuesto de financiación, que obtenga un beneficio y que tenga liquidez.
Si te salen las cuentas, ya puedes emprender tu camino. ¡Mucho ánimo y a trabajar duro!